(DIS)CAPACIDAD Y OTROS RETOS

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VBH

VARÓN, BLANCO Y HETERO

DESDE OTRA PERSPECTIVA

Hoy me gustaría escribir algo con lo que reflexionáramos todos, que sirviera para hacernos dudar sobre nuestra concepción de las cosas para entender la discapacidad desde otra perspectiva. Para ello, cuando me dispuse a escribir esta publicación, me pregunté a mí misma:

¿Qué es “ser normal”?

Probablemente, hace unos años (no tantos) se habría argumentado de una manera bien distinta, pues reconocemos que, por ejemplo, las mujeres no podían participar de la vida social, económica y cultural de un país, siendo excluidas de una escuela de arte por “no ser lo normal”; vaya, una pena no ser varón, blanco y hetero. De hecho, ¿sabíais que en algunas escuelas de Estados Unidos, cuando las mujeres tuvieron acceso, encontraban limitada su entrada a salas de desnudos? Como alternativa, observaban a perros o cabras para intuir y poder dibujar esa composición masculina. En fin, no se fueran a escandalizar las artistas.

En cualquier caso, lo que ello me lleva a pensar es que esta normalidad viene dada por una construcción social, es decir, una manera de entender la realidad, pudiendo, por tanto, ser reconstruida.

CONSTRUCCIÓN SOCIAL NORMALIDAD

NORMALIDAD = CONSTRUCTO 

De este modo, deberíamos apostar por abrazar la normalidad desde otro punto de vista, apreciando a las personas por lo que son y no por esos patrones de normalidad, partiendo de una característica destacable de nuestra sociedad: la heterogeneidad.

HETEROGENEIDAD

En el año 2006, se aprueba la Convención Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad, instrumento que supone importantes consecuencias para estas personas, y entre las principales se destaca la “visibilidad” de este grupo ciudadano dentro del sistema de protección de derechos humanos de Naciones Unidas.

En esta línea de visibilidad, cada vez es más habitual encontrar personas públicas que representan un cambio en estas políticas de diversidad, destacando una evolución de etiquetas dado su impacto social, motivando así la toma de conciencia sobre la relevancia de sus posibilidades y no de sus rasgos. Podríamos destacar a Mark Zuckerberg, creador de Facebook, Bill Gates, creador de Microsoft o Albert Einstein, como famosos con síndrome de Asperger.

Una vez analizada esta visión parece plantearse como reto la necesidad de construir espacios, entornos y, en definitiva, culturas que respeten y valoren la diversidad. Así, para integrar este desafío, pienso:

¿Qué puede hacer el

sistema educativo?

CULTURA DE LA DIVERSIDAD

Como curiosidad, os contaré que en este proceso de aproximación a la educación inclusiva, en el año 1930 se aprobaba el reglamento provisional de la  Escuela Nacional de Anormales:

“Cuya finalidad fue constituirse como centro destinado a cooperar respecto a la solución del problema de la anormalidad infantil”. (Sin comentarios respecto al nombre y finalidad).

Volviendo a la actualidad, el debate se centra en la necesidad y escasez de recursos, apoyo y medidas. Sin duda, todo ello imprescindible para ofrecer una educación de calidad, sin mencionar la comparativa con otros países como Suecia; así, por ejemplo, en el programa Salvados, podíamos escuchar a una profesora de una escuela infantil que afirmaba tener: «15 niños para tres profesoras”.

En cuanto a los recursos, afortunadamente, muchos avances vienen de la mano de medios tecnológicos que facilitan este proceso de enseñanza-aprendizaje. Un ejemplo que conocí hace poco es el braibook, un e-book con el que se puede leer en braile e incluso aprender a utilizar este sistema.

En esta línea, los medios tecnológicos nos permiten nuevas formas de presentar y atender los diferentes ritmos de aprendizaje. Ritmos que hay que respetar y entender para evitar el choque y frustración que produciría una respuesta educativa que no se adapta a los desafíos planteados.

ESPACIOS DIVERSIFICADOS

No obstante, el cambio, más allá de estos recursos, sin duda imprescindibles, se centra en la necesidad de crear espacios diversificados, no tanto que motiven una transformación para la persona, sino de contextos completos.

Sentirse participe de ese espacio: no solo reconocer la presencia e incluir adaptaciones, sino lograr emocionar y fomentar las relaciones entre iguales. En definitiva, atender al plano afectivo en esta personalización, articulando de manera justa esta participación.

Más allá de esto, encontramos otro desafío para las políticas de inclusión en la evaluación de estos procesos. La solución podemos hallarla en la diversificación, no solo del proceso de aprendizaje, sino también del de evaluación. Además, este debería ser capaz de valorar y reconocer distintas debilidades y fortalezas, encontrando elementos de reconocimiento en todos nuestros alumnos y alumnas.

Dejemos de dar importancia a lo que podemos evaluar con lápiz y papel que, sin duda, puede parecer el medio más sencillo, pero nadie dijo que esto de la educación fuera fácil, pero merecerá la pena.

CUESTIÓN DE DERECHO

Requiere de una revolución total del mundo educativo debido a la globalidad a la que atiende. La educación inclusiva es un derecho de las personas con diversidad funcional en todas las etapas educativas. Además, si estos niños y niñas no estuvieran en las escuelas, quizás, nunca habríamos reconocido la necesidad de enfrentarnos a todas estas cosas que se deben cambiar. Gracias por existir.

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