DE ENSEÑAR, A GESTIONAR EL APRENDIZAJE DE LOS ALUMNOS

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En 1960 Theodore Levitt, economista de la Universidad de Harvard, acuñó el termino «miopía del marketing». Con este término, pretendía abrir los ojos a las empresas que competían y diseñaban sus estrategias aún centradas en el producto. Cuando esto sucede, el modo en que concibes tu mercado, tus estrategias, tus objetivos y el modo como te estructuras y organizas tu trabajo, es radicalmente distinto a cuando levantas y amplias la mirada y empiezas a organizarte pensando en cuáles son las necesidades de tus clientes y cómo cubrirlas.

Lo vemos a diario en nuestro entorno. No compramos un coche porque necesitamos una estructura de metal con 4 ruedas, sino porque necesitamos tener libertad para desplazarnos, para llegar a nuestros trabajos, alejarnos de la ciudad los fines de semana, llegar a nuestros lugares de vacaciones.

Los fabricantes no nos anuncian que la calidad de sus ruedas o su estructura metálica es mejor, sino que nos venden «el placer de conducir», «la carretera ya no será la misma», «conduce a tu manera»… y este enfoque afecta a todo el organigrama empresarial.

PERSONALIZAR EL APRENDIZAJE

Del mismo modo, todo en la escuela cambiaría si levantase la mirada y dejara de poner el foco en el currículo para empezar a pensar en cómo ese contenido responde a las necesidades de sus alumnos. La «miopía» de una escuela que aún cree que su función es «despachar» un contenido como el rancho en un comedor, sin preocuparse ni ocuparse de en qué medida ese rancho satisface las necesidades «nutricionales» de sus alumnos, pone freno a su capacidad para adaptarse a cada alumno y personalizar el aprendizaje.

El objetivo de la educación no es que los niños acumulen contenidos en su memoria. Tampoco si quiera que piensen sobre ese contenido.

Ni siquiera que adquieran el suficiente contenido y las destrezas de pensamiento que le permitan transformar y crear.

El objetivo de la educación es configurar un entorno, y un espacio que permita a los niños desarrollarse plenamente tanto en el plano profesional como personal.

Y esto implica orientar la educación de forma que el contenido sea una excusa, una herramienta que permita a los alumnos desarrollar sus fortalezas internas, llevar su potencial al máximo, crecer con un sentimiento de competencia y autoestima positivos y habilitarlos para un desarrollo profesional en la que su potencial creativo y emprendedor, su flexibilidad mental y adaptabilidad laboral y su capacidad de comunicarse y cooperar serán los factores más valorados.

ROL DOCENTE

¿Cuál es el rol del docente en

una escuela que personaliza?

Este enfoque modifica entonces la función del docente, que pasa de estar al servicio del contenido y el sistema, a estar al servicio del alumno.

1

Actuaría como un “Especialista de marketing”

Cuando las empresas se dan cuenta que no pueden producir ni definir su oferta sin conocer su mercado, surgen los especialistas en marketing, que se conciben como un puente que comunica la empresa con su mercado. Del mismo modo la función docente pasaría a ser la de constituir un puente entre el alumno y el aprendizaje y entre éste y el futuro de ese alumno.

Pero desde luego, no un puente que nos aglutina a todos por un mismo camino, hacia un mismo destino, al mismo ritmo y del mismo modo, sino uno capaz de generar distintas autopistas en el aula, para que cada alumno elija aquella que más se ajusta a su capacidad, motivación e intereses, en cada momento de su desarrollo, para cada área y tema. Un puente capaz de diferenciar:

El modo en que presenta la información.

El ritmo, la complejidad, profundidad y el enfoque desde los intereses de cada estudiante.

El agrupamiento, buscando al tiempo ofrecer seguridad, estímulo y sinergias positivas.

Los objetivos curriculares y competenciales, adaptados al punto de partida de cada alumno.

2

Se convertiría en un “Asesor Financiero”

Que trabajaría por rentabilizar al máximo la inversión de tiempo y esfuerzo que el alumno hace durante sus años de escuela, lo que podríamos llamar el “ROI” del aprendizaje, o ¿qué sentido y utilidad tendrá para el futuro de cada alumno, la inversión que hace en su educación?

Maximizar este rendimiento supone Aumentar la utilidad del contenido o abordar éste respondiendo siempre a la preguntas:

¿Por qué aprendemos esto?

¿En qué medida este contenido me ayuda a entender mejor el mundo?

¿Con qué se conecta? ¿Para que me sirve? ¿A dónde me lleva?

¿Cómo me ayuda a responder a las grandes cuestiones?

¿Cómo me ayuda a ser mejor ciudadano?

¿En que medida es útil para resolver los problemas y situaciones a los que me enfrentaré en mi vida diaria, doméstica y profesional?

Disminuir la inversión en tiempo y esfuerzo, adaptando el método y el reto al nivel de cada alumno.

3

Un “coacher personal” para sus alumnos

Identifica su potencial. Trabaja sus fortalezas y debilidades. Estimula y reta a cada alumno, para llevarles al máximo desarrollo de sus capacidades. Motiva y cree en ellos.

Trabaja sus “fortalezas del corazón” (persistencia, esfuerzo, superación). Aporta herramientas para desarrollar su pensamiento crítico y creativo, de gestión y organización de su tiempo y aprendizaje.

Apoya y da soporte, es un guía y mentor para sus alumnos. Crea equipo, comunidad e interacción. Elije la mejor “alineación para cada partido”, o el mejor agrupamiento para cada trabajo.

Marca el objetivo y la estrategia a seguir. Analiza, estudia, innova y se actualiza de forma constante.

Contaría para ello con un equipo multidisciplinar de apoyo y herramientas de gestión y planificación adecuadas que le permitan conocer el perfil de sus alumnos, plantear objetivos y recorridos diferenciados, y realizar una evaluación constante para aportar un feedback orientado al desarrollo de su potencial. Pasaría de ser el héroe solitario…

Al trabajador en equipo, que comparte, aprende y coordina.

Que deja de esforzarse porque el alumno encaje y se adapte.

Para desarrollar estrategias que encajen con el alumno.

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Extracto de mi ponencia en el 5º Congreso sobre educación,

organizado por Santillana Compartir México.

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