FESTEJOS
Me pregunto si el Sexto Año del Secundario, o sea, el ‘último año de la escuela obligatoria en Argentina’ es una carrera contra la sinrazón pedagógica. Año a año, los alumnos de las secundarias de Argentina demuestran una inagotable capacidad de ingenio para generar una habilidad para dar a conocer festejos. Dicho textualmente por un alumno: «Es el último día que tenemos para festejar; luego, seremos ‘grandes’, por eso, nos juntamos todos y nos quedamos toda la noche cantando, tomando y bailando».
Los docentes decimos «A clases sin dormir, ¡NO!». Los festejos no son escraches o hacer una guerra de desperdicios en los espacios físicos. Hay que pensar en cómo nos paramos –cómo hemos de reaccionar– en este nuevo ritual de festejo en la escuela secundaria antes, durante y después; porque de ello depende la seguridad y educación de nuestros hijos y alumnos. Por otra parte, nosotros –como seres humanos– nos preparamos para festejar, agradecer, conmemorar u honrar determinadas circunstancias: hay que recordar que somos parte de una historia que define nuestro pasado.
Yo fui joven, no es que un día me levantara y ¡zas! ya tuviera 48 años. Me ‘mandé muchos líos’ –uno, para aprender, se mete en líos–; pero… a la noche, un día de semana laboral y escolar, dormía en casa y mis papás estaban para velar por eso. Ellos no tienen estudios universitarios, pero siempre tuvieron vocación de padres – responsabilidad para criarnos–; para eso, no se necesita tener estudios superiores, para ser padres responsables, no hay que ser «amigos» de los hijos.
Festejar implica estimular el desarrollo de celebraciones brindando herramientas para revalorizar la identidad y el trabajo colectivo en nuestro ámbito de desarrollo.
Festejar en las escuelas constituye un elemento formativo transversal, ya que se vincula con múltiples dimensiones educativas.
Ahora bien, como miembros de la comunidad educativa nos debemos preguntar:¿Cómo hemos de integrar lo festivo con lo formativo?
Conocer la importancia de celebrar los logros es lo que diferencia a las personas que sienten que la vida es una aventura constante, de aquellas que se sienten estancados en la rutina o decisiones que tomaron hace muchos años. Somos parte de tantas celebraciones que, a veces –incluso–, nos olvidamos de qué se está celebrando.
El estado, organismo de suyo jurídico, no puede, ni debe suplir las aptitudes naturales de la familia en el terreno de la educación; la familia ha de tener la función primordial de educar en la responsabilidad. El último año escolar obligatorio en las escuelas secundarias no debe ser una carrera contra la miopía educativa y social.
Curso de Ingreso: Último Primer Día. Sálvese quien pueda, con el UPD, hay que limpiar el colegio, destinar recursos a atender cosas que no son normales en una escuela como cuando se decide cortar la calle con bombas de estruendos, bengalas de humo, y quizás una de esas bengalas lastime la cara de un transeúnte que es lo que sucedió este año.
TODO
SE TIENE QUE RESOLVER EN LA ESCUELA
Son menores que duermen toda la noche fuera de casa, violentan a los que vamos a trabajar porque llegamos tarde, los vecinos no pueden dormir, los chicos no duermen y pretenden entrar a la escuela. Los padres van a buscar a los chicos a las escuelas en condiciones que no son normales, muchos van borrachos, y todo, todo se tiene que resolver en la escuela, así lo dicen las leyes: son menores.
I
Primer Trimestre
Aprobar la presentación del «Buzo de Egresado», otro día de festejo que no se puede dar clases.
II
Segundo Trimestre
Aprobar el «viaje a Bariloche».
III
Tercer Trimestre
Fiesta de Egresado, esto es la integradora curricular. Es la colación de título que le dicen.
IV
Fin del Ciclo Lectivo
Muchos padres y alumnos llorando porque se llevaron (i.e.: suspendieron) todas las materias, no pueden entrar a la Universidad o trabajo y la culpa es de la escuela que no les enseña NADA. El Estado los abandona, los discrimina.
Les decimos y enseñamos a nuestros alumnos que ellos tienen el derecho y el deber de pensar y estudiar libremente, pero se olvidan rápidamente de los deberes. Nos duele ser libres y la culpa siempre es del otro, en este caso, de la escuela.
CONCLUSIÓN
Muchos padres son cómplices de esta situación, por su inmadurez; gastan el dinero que no tienen porque hay que pertenecer a una cultura-masa y todos igualitos como en una serie, pero van a parar al picadero (i.e.: ‘matadero’) padres e hijos.
Es triste ver cómo hay padres que no saben decir «no»: «mi hijo no puede ser menos que el vecino, pobrecito el nene». Los chicos se vuelven déspotas que piensan que los padres paren la plata por generación espontánea, porque el capitalismo manda y hay que tener en vez de ser.
La mayoría de los docentes comprometidos que también somos padres, nos cansamos de explicar que eso no está bien. Los papás que somos docentes y que tenemos hijos que aún no se encuentran en este período educativo; simplemente, no lo entendemos.
La práctica educativa desde hace años constantemente reproduce los malestares de la sociedad actual y condena el futuro de generaciones y nosotros estamos en él.
Tenemos esta educación pero… ¿queremos esta educación? Lo bueno que les voy a seguir diciendo esto a mis alumnos porque los quiero.