CÉSAR BONA, MEJOR PRÁCTICA INTERMETODOLÓGICA TRICLAB

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Tu camino por la propuesta de otra escuela y otra educación comenzó con aquellas prácticas con los chavales de cuarto de primaria del colegio Fernando el Católico. Y tu recibimiento fue “César, te ha tocado la peor clase”. De 24 alumnos, 20 eran de etnia gitana, y había un importante absentismo escolar.

Escribes en “La nueva educación” que eres un profesor que adora los retos y que los maestros debemos ofrecer cada día nuestra mejor versión, escuchar a los niños y saber de qué están hechos para sacar lo mejor de ellos. Como también lo decía aquel excelente maestro francés Celestin Freinet.

Cuando hemos leído tu biografía, y visionado los vídeos que has hecho con tus alumnos en tu trayectoria docente, resuenan muchos detalles y aspectos de lo que nuestro grupo de investigación llama inteRmetodología.

Una secuencia de actividades, que desde la acción y reflexión, en la que el profesor se convierte en facilitador y parturiento, los alumnos y alumnas construyen su historia de conocimiento y aprendizaje. Arrancamos del caos creativo, que es la situación inicial en la que ellos están inmersos, con sus necesidades e intereses, para tejer una narrativa de su vida para la vida, a través de ejercicios colaborativos, explorativos, y proyectos de acción.

Hace un tiempo, en el recreo de un colegio, un grupo de alumnos hablaba de una profesora como la OSNI. Tu propuesta antiOSNI rompe el estatismo del alumno sentado horas y horas y propone gestos, hechos, eventos de participación, en los que el cuerpo y su expresión, las emociones y sus relaciones, forman el escenario de aprendizaje.  Tu trabajo por proyectos, cuando distribuyes la clase por grupos que exploran los continentes sólo son un ejemplo más.

Recoge El confidencial, que en un capítulo del libro citado, «César expone qué debe hacer un buen maestro: invitar al compromiso social de los alumnos, estimular el respeto al medio, tener autoconocimiento, estimular cada día la creatividad y la curiosidad, aprender a gestionar sus emociones, contagiar actitud y entusiasmo, trabajar con padres, niños, madres y administraciones locales, tener la mente abierta… y ser consciente de que vive en un mundo de niños. Un maestro no debe ser una persona caracterizada por su seriedad, porque el niño vive en un mundo que a veces es absurdo o surrealista, y el maestro debe ser consciente de que él es su modelo».

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