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…IN FIERI
«Desde 1898, el director Garrigues reprocha a las escuelas públicas de la colonia del Senegal que enseñen exactamente las mismas materias que en Francia. ‘Me parece que al menos se podría omitir el asesinato de Clotario y el bautizo de Clodoveo.’»
Marc FERRO, Cómo se cuenta la historia a los niños en el mundo entero (FCE, 1990)
Nos lo cuenta el historiador francés Marc Ferro y parece un chiste. Pero los niños senegaleses debían considerarse franceses a todos los efectos y a Clodoveo como un ilustre antepasado. Cosas del colonialismo.
Y viene a cuento de que en estos momentos —y aquí mismo— podrían estar pasando cosas inversas pero muy similares. Como por ejemplo, toda una clase de niños nacidos en Pakistán, China o Sudán a quien estuviéramos enseñando lo magnífico y enorme que fue el imperio de Felipe II, la conquista de Mallorca por Jaume I o las renovaciones que Carlos III procurara en Nápoles o España. ¿Será la Constitución de Cádiz un buen referente para niños nacidos en las antípodas?
De entrada, confío en el sentido común de nuestros maestros, pero no tanto en el de nuestros «curriculantes», «curriculosos» o como deba llamárseles. Porque ¿qué historia es la adecuada para formar a nuestros pequeños europeos? No es un asunto fácil de ventilar porque los conitnentes son los que son y allí pasó lo que pasó y seguro que un niño de Lugo emigrado a Nueva York no deja de estudiar las gestas de Washington, Lewis y Clark que aquí pasan bastante desapercibidas.
Creo que todos deberíamos darnos cuenta de la época en que estamos y lo lejos que queda aquel nacionalismo rancio que pretendía inculcar la escuela inspirada por el colonialista francés Jules Ferry. Aunque muchos dirigentes parezcan no advertirlo (pese a que jugueteen con un nacionalismo económico cultural centrado en la «marca España»), hemos entrado en el mundo administrado para las personas donde debemos reconocernos como aldea global, sin prejuicios. ¿Y qué historia se debe explicar a los niños de una aldea global? Les propongo una.
HISTORIA PARA NIÑOS DE LA ALDEA GLOBAL
Mencioné en otra parte (Maestros y política) una frase del historiador británico de padre gallego, Felipe Fernández-Armesto en Conquistadores del horizonte (Destino, 2006) que reproduzco de memoria:
La Humanidad ha empleado 200 mil años en separarse y sólo 500 en volverse a reunir.
CMH
CURRÍCULO MUNDIAL DE HISTORIA
Para mí sería un buen principio para pensar un currículo de historia que fuese básico en todo el mundo y que permitiera las addendas que en cada comundidad de clase se admitiese. La idea base es que animales evolucionados, con una conciencia muy limitada se buscaron la vida en un mundo que les parecía inmenso y se dispersaron por él. Hicieron lo que ningún otro animal, aprovechar todos los rincones. No es mala excusa para imbricar la historia con la geografía, la antropología y todas las otras ciencias sociales y menos sociales.
Construyeron sociedades lo mejor que supieron adaptándose al medio que habitaban. No es tanto «los egipcios, babilonios, persas, griegos, romanos…», como «chinos, indios, japoneses, mediterráneos, árabes, americanos, polinesios…».
Desconociéndose, unos estaban más cerca de otros y se relacionaban siguiendo sentimientos básicos: extrañeza, curiosidad, envidia, ambición, miedo, odio, admiración… Establecieron dos métodos básicos de tratarse: la violencia y el comercio.
Pasaron 200 mil años sin conciencia de mundo hasta que dominaron técnicas en cascada desde los últimos 500 años. El proceso de viaje, violencia, comercio y estudio fue traumático pero todos aprendieron de todos, aunque algunos quedaron por el camino. El equilibrio nunca está incluido en un sistema vivo. No hay vida sin sufrimiento. Y, como dice el tango (o diría si tratase de historia y no de vida) 500 años no es nada.
Justo ahora podemos reconstruir una visión común del mundo que nos incluye a todos desde el corazón (en la parte del cerebro en que resida) hasta las estrellas.
Creo que ese podría ser un aceptable borrador inicial para gestar un currículo de historia más acorde a los tiempos. Cada cual lo llene como su criterio y su lugar en el mundo le aconseje. Se adecuaría a cualquier tipo humano que se reúna en un aula. Y tal vez, con el tiempo, nos daría la sabiduría y la perspectiva necesaria para votar a los dirigentes que mejor entiendan el mundo en que viven. Si es que para entonces aún podemos votar y sirve de algo.