ANTE UN MUNDO CAMBIANTE Y LÍQUIDO

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PRODUCIR IMPACTO

Proyectos Felices intenta producir un impacto en los alumnos, pues la educación consiste realmente en eso, en producir impacto. Para ello, debemos ir más allá de las disciplinas tradicionales, de las disciplinas individuales, más allá del dominio del contenido. John Dewey decía que:

«El conocimiento significa fundamentalmente almacenar información, alejado de la práctica, pero eso ocurre únicamente en el mundo de la educación; no ocurre en la vida del granjero, el marinero, el comerciante, el médico o el investigador de laboratorio».

¿Pero, realmente, merece la pena aprender todo lo que intentamos enseñar?

Nuestra mente solo guarda los conocimientos que tenemos oportunidad
 de utilizar en algún aspecto de nuestras vidas. Hay una inmensa cantidad de contenido que no se usa y se olvida –si no hacemos algo para que no sea así–. Ese cumplimiento compulsivo del temario hace que desviemos la atención del cómo.

FELICES EN EL PROCESO

En una educación en lo que todo apremia, todo es urgente, donde prevalece la impaciencia y la diligencia, abogamos por una educación lenta, donde nos dé tiempo a sacarle el partido al cómo y ser felices en el proceso.

Es verdad que los cambios generan incertidumbre, pero tenemos que saber reajustar el significado del tiempo en nuestras prácticas. Esperar se ha convertido en una circunstancia intolerable, el síndrome de la impaciencia se hace con todo lo que empieza.

El tiempo es un tesoro que debemos cuidar y dominar, y no tener la sensación de que se nos ha pasado el día sin hacer lo que queríamos hacer.

La creciente tendencia a considerar la educación como un producto antes que como un proceso, producto de consumo, hace que la educación se defina hoy en día no como una acumulación de contenidos, sino como un breve goce de los mismos. Es un reflejo de la sociedad, donde todo pasa rápido para empezar otra cosa nueva, el breve goce de las cosas.

NUESTRA ELECCIÓN

Todos los docentes sabemos lo que se necesita para salir de la crisis educativa, pero tener la voluntad de aplicarlo está lejos de ser fácil y no nos sentimos predispuestos a tomar esta decisión, porque para cambiar nuestra vida deberíamos cambiar nuestra manera de vivir, y esto es algo que normalmente pedimos que hagan los demás; pero, desde luego, no nosotros.

Hay ciertas formas de ser feliz que son simplemente odiosas. Sacar nuestro tesoro nos da profundo miedo. Si queremos cambiar el mundo, primero se necesita saber qué canción se está dispuesto a cantar.

Por eso, no existe ninguna situación en la que no esté contenida más de una opción, y, de esta manera, no existe una situación que no conlleve una elección. Y no hay dirección, ni decisión, ni acción que no tenga, a su vez, una alternativa. No olvidemos nunca que cada mayoría comenzó por ser una minúscula minoría, invisible e imperceptible. Por esto, existe Proyectos Felices como alternativa personal a una manera de entender la educación.

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