ADOLESCENTES

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“La vida no es dejar que pase la tormenta.

Es aprender a bailar con la lluvia”

Vivian Greene

SPM

SIN PARECERTE A TU MADRE

Cómo ser madre sin parecerte a tu madre. Los medios dicen que son los maduros del siglo XXI (nacidos entre los 70 y los 80). Con alma de adolescente y bolsillo de adulto.  Son ocho millones de españoles. Se divierten como críos, y lo ha dicho la tele: adultescentes. Quien quiera que se lo crea. Pero lo que está claro es que un adolescente no necesita otro amigo, u otro adultescente (si lo hubiera), sino un padre y una madre. Nosotros hablaremos por ahora de adolescentes.

La semana pasada tuve un seminario formativo en @Jesuitas_ZAR con padres y madres de adolescentes, recogí algunas de sus esperanzas, también de sus miedos y preocupaciones. Pensamos que este macropost puede ser una referencia también para ellos, y para facilitar la convivencia entre unos y otros.

CONVIVENCIA

¿Por qué son tan raros los adolescentes? Hemos recuperado este título del sugerente libro de Bárbara Strauch, editora de la sección de ciencias médicas y de la salud del New York Times.

Todos los que estamos en contacto directo con los adolescentes nos preguntamos con frecuencia cómo podemos crear un clima positivo entre adultos y adolescentes. “Mi hijo se hace adolescente” es más una voz de alarma que se corre entre los padres de boca en boca, que una oportunidad para descubrir, escuchar y acompañarles en su crecimiento.

Claro que no es un camino fácil, ni para ellos y ellas, que se transforman a mucha velocidad; ni para nosotros, los adultos, que ya no nos sirven las normas y las pautas de antes, porque entramos en otra fase, en la que ellos están cambiando, y nosotros también.

SE HACE ADOLESCENTE

Eser adolescente se hace y se construye en un conjunto de prácticas. Bien estéticas (en su manera de vestir, peinarse, tatuarse); comunicarse (modo de andar, moverse, mirar, gesticular; palabras, giros, frases);  gustos y preferencias (música, cine, tecnología, deporte, moda).

ET

ENTORNO TECNOLÓGICO

En este conjunto de tendencias y prácticas tiene especial relevancia el entorno tecnológicoBuckingham sostiene:

«Las relaciones entre los jóvenes, los medios de comunicación y la educación están experimentando un cambio muy relevante. La proliferación de tecnologías de comunicación, la comercialización y globalización de los mercados de la comunicación, así como la fragmentación de las audiencias y el aumento de interactividad están transformando nuestras relaciones diarias con los medios”.

La vivencia de los tiempos es un factor que caracteriza el “tempo adolescente”. Un hiperpresentismo que se reduce con frecuencia al tiránico “aquí y ahora”:

“Le he mandado un e-mail esta mañana para tener la tutoría”.

Me dice un alumno que se presenta dos horas después en mi despacho. El pasado no es un referente, y el futuro es incierto. El pánico al aburrimiento es un piloto rojo que enciende el programa de la agenda de cualquier adolescente. Y una tarde de un día de fiesta que no han podido quedar, o en la que sus amigos están fuera, supone —a veces— una pequeña dosis de ansiedad. Aunque las pantallas puedan ofrecer su carga vicarial, de compañía y relaciones virtuales. Pero las pantallas, sus usos y gratificaciones, sus interacciones, ofrecen —a golpe de clic— la suficiente satisfacción para que desaparezcan esos “tiempos muertos”, en los que no ocurre nada.

VIVENCIA DEL TIEMPO

Esta intensa vivencia del tiempo produce también otro tipo de atención. De una atención lineal, continua, persistente, fija, forjada en la lectura impresa, la abstracción y el libro; se ha pasado a una atención dispersa, discontinua, fragmentada, débil y flotante. Se trata de un capital cultural distinto, que cuestiona muchos modelos educativos y de aprendizaje.

EM

ESCENARIO MULTIPANTALLAS

Si abrimos nuestro análisis a lo que ocurre entre ellos y el escenario multipantallas, la preocupación y la complejidad aumentan. La relación que se representa en los social media  entre los adolescentes y las pantallas es un intenso claroscuro: víctimas o virtuosos de la seducción tecnológica.

Víctimas en sus rincones multipantallas de ver y/o jugar, donde se recluyen o aíslan sumergidos en horas y horas de respiración digital. Se anuncian medidas de control y protección. Peligros que se construyen a modo de alarmas,  desde una visión determinista, que atribuye a la tecnología y sus prótesis una serie de causas y consecuencias, que no valoran ni a los sujetos, ni al contexto, ni a las mediaciones. Adolescentes frágiles porque no tiene defensas, ni estrategias de gestión con el mensaje recibido. Pasivos porque son incapaces de responder e interactuar con el medio.

Se trata de un capital cultural

distinto

O virtuosos porque son los “nativos digitales», “la generación net, precoces en sus aprendizajes y con una disposición natural para desenvolverse en el nuevo entorno con facilidad y seguridad. Los padres y madres se maravillan de cómo sus hijos con apenas 15 meses ya cogen la tableta o el Smartphone, los encienden y procuran no meter los dedos en la pantalla cuando no es necesario.

Si el cliché de “adolescente-víctima” y “adolescente-virtuoso” funcionan muy bien es porque el canon moral y paternalista, en el primer caso; y mercantilista, en el segundo, tiene sus intereses. En la medida en que los adolescentes necesitan al padre estado y su autoridad, se mantiene el sistema (todo igual para que nada cambie). Y en la medida en que lo “nuevo siga siendo lo bueno”, la venta está garantizada.

Los adolescentes, tal y como señalamos en “Televisión y adolescentes, una mítica y controvertida relación” gestionan su identidad, sexualidad e intimidad en el escenario multipantallas, y conceden una notable importancia al placer social y al placer lúdico. Ambos se encuentran en los espacios no formales, “no educativos”, libres y de ocio; en contraposición a los obligados, marcados por el estudio y las tareas.

RD

RESPIRACIÓN DIGITAL

Identidadsexualidad e intimidad en el escenario multipantallas

El Padre Moral y el Padre Mercado tasan la capacidad de los jóvenes como seres preadultos que necesitan protección o regalos. Estamos ante una construcción en la que la infancia y juventud son excluidos, (Buckingham, 2002), pues se les considera como los que no son, como los que no han llegado a adultos, porque no han madurado, porque no han conseguido el nivel adquisitivo pertinente. Desde el control y la protección, se les impide ser personas a estos niños y jóvenes pre-sociales.

Sabemos que el cerebro del adolescente está “en construcción”. Plena ebullición neuronal. No es un momento estático, se trata de una sucesión de etapas que comienza con unos cuantos granos desperdigados y se prolonga a lo largo de la universidad.

¿Y si hay algo más que un puñado

de hormonas?

Ltesis que plantea Strauch se basa en la recopilación de diferentes investigaciones, que recogen los resultados de los análisis del cerebro del adolescente, mediante la aplicación de potentes escáneres que han penetrado en cerebros vivos y rastreado sus movimientos.

Los escáneres permiten obtener imágenes de resonancia magnética (MRI), observan cómo el potente campo magnético del hidrógeno del cerebro, con una descarga de ondas de radio sacude los átomos. El MRI mide la energía que liberan los átomos para recuperar la posición normal. Cuando se introducen los cálculos en un ordenador, se genera un patrón o perfil de las estructuras cerebrales.

Una fotografía precisa del cerebro y su

crecimiento

Los científicos llaman a este crecimiento neurogénesis, que es más intenso en la infancia y en la adolescencia. Unas investigaciones con ratones realizadas en la universidad de Yale exploraron la aparición de nuevas neuronas en diferentes edades. Se comprobó que si se detiene este crecimiento en la adolescencia, cuando estos ratones llegaban a una edad adulta, ya no tenían interés ni curiosidad por aproximarse a otros ratones.

Bunge, que forma parte de este equipo investigador, dirige el Building Blocks of Cognition Laboratory, desarrolla los estudios de la neurociencia cognitiva. Como recoge en una de sus conferencias:

“La adolescencia es una edad proclive a tomar riesgos. Desestiman las situaciones peligrosas”.

Hay un incremento en la velocidad y en el flujo de conexión entre las distintas áreas del cerebro, y las funciones cognitivas dependen de lo extendidas que estén estas redes.

“Cuanta más comunicación hay entre las dos partes del cerebro, más eficiente es el control de uno mismo”.

Serán los 25 años la edad aproximada para alcanzar gran parte de este control, debido al desarrollo de la corteza prefrontal.

CÓMO ES, CÓMO FUNCIONA

El cerebro es “fluctuante, enloquecido y confuso”. Es el objeto más interactivo que existe en nuestro planeta, señala la autora. Los científicos han encontrado el santo grial que lo diferencia del cerebro adulto: su exuberancia. Sigue su exploración, y nos queda mucho por saber, “apenas asoma la parte de la zapatilla por el borde del monopatín». Ojo, está en construcción.

Cambia a mucha velocidad y con mucha intensidad, pero le faltan los frenos. Es decir, el desarrollo de la corteza prefrontal, que es el área que controla e inhibe los impulsos. “Es emocionante, y siento que me gusta; es un subidón de adrenalina. No conozco mis límites y supongo que quiero averiguarlo”, recoge Strauch, de uno de sus testimonios.

El cerebro es un enorme devorador de energía. Cabe en nuestro puño, apenas pesa kilo y medio, solo representa el 2’5% de nuestro peso corporal, pero utiliza el 20% de la energía del cuerpo.

Ojo,

está en construcción

La sustancia gris de los lóbulos frontales se hace cada día más densa. Se reduce su tamaño y se ajusta la corteza prefrontal. El vigilante que controla los impulsos y reclama cautela. Proliferan las conexiones, que permiten que los neurotransmisores (dopamina) del movimiento, la atención y el placer intensifiquen su acción.

Las largas fibras que conectan las neuronas quedan revestidas de mielina. Esa cobertura de grasa que envuelven los axones y ejerce de aislante, permite que las señales eléctricas del cerebro circulen a gran velocidad. Una carga eléctrica en un axón mielinizado viaja cien veces más veloz que otro sin este aislante.

CÓMO VEN EL MUNDO

Varios estudios recogidos por Strauch señalan evidencias de que los adultos (en su mayoría), reaccionan con la corteza frontal, la parte del cerebro que ayuda a controlar los impulsos, la parte que echa el freno emocional y razona con lógica, mientras que los adolescentes no lo hacen así. Ven el mundo de modo diferente a como lo hacen los adultos. Como les falta experiencia para entender las claves sociales, así como un corteza prefrontal desarrollada y funcional, tienen dificultades para analizar el contexto.

No se trata de “meterles la información”, sino de que se tomen las decisiones correctas, porque el cerebro les funciona de otra manera. Esta estrecha relación entre el crecimiento cerebral y gran parte del crecimiento cognitivo y emocional, es una de las llaves de la educación.

Los errores y las limitaciones forman parte del guión de la vida. El conflicto no es negativo, es necesario. El encuentro intergeneracional produce conflicto, que es riqueza y valor. Un cruce de miradas entre los abuelos que miran cómo se les acerca correteando una niña por el parque, mientras sus padres le están gritando que tenga cuidado es una escena que hemos visto muchas veces, y que refleja la explosión vital del encuentro, el recuerdo, la vivencia del instante y cierto temor.

Una gran responsabilidad para las instituciones en general, las familias y la escuela en particular, porque en nuestras casas y aulas tenemos personas con una expansión neuronal intensa, que precisa una estimulación favorable. Del mismo modo que reciben y procesan los estímulos negativos, ocurre con los positivos.

¿Qué sucede cuando estos encuentros están protagonizados por los padres y sus hijos, por los educadores y los adolescentes?

El conflicto no es negativo, es

necesario

EEl conflicto como oportunidad, no como negación o fracaso afirmamos que NO hay adolescentes problemáticos, sino sociedad problemática; tampoco fracaso escolar de adolescentes, sino fracaso del sistema educativo; ni tan siquiera, adolescentes conflictivos, sino relaciones conflictivas con los adolescentes. Esta afirmación comprende a los adolescentes, sus padres, sus educadores, las instituciones, la sociedad y la cultura en la que vivimos.

La adolescencia, como cualquier etapa de la vida, es dinámica, y en gran medida, producto de un contexto. Sus formas de estar y comportarse, de convivir y relacionarse, de afrontar la vida y la relación con los adultos. Javier Elzo, en El grito de los adolescentes destaca la singularidad, propia de un contexto cultural y una historia; la diversidad, que les concede un perfil diferente; y la socialización, donde las tradicionales estructuras sociales (familia y escuela), son desplazadas por el grupo de pares en un potente entorno digital.

La vivencia en estos contextos singulares, dentro de una agitada secuencia de ambientes, relaciones, encuentros y desencuentros, siempre múltiples y cambiantes, son factores que describen la adolescencia. La percepción de los adultos está conformando un concepto de adolescente. Jaume Funes, en El mundo de los adolescentes indica muchas y complejas interacciones, así como ciertos territorios diversos en los que habita la diversidad adolescente, en la que distingue tres miradas:

III

MIRADAS

1

DESCONOCIMIENTO

Lmirada del desconocimiento de lo que son y hacen los adolescentes. Cuando se asocia adolescencia con determinadas conductas molestas para el orden. Los adultos desconocen en gran medida los gustos y preferencias de los consumos de los jóvenes. El marco tecnológico, los medios de comunicación en general y el entorno digital en particular, alimentan de un modo voraz este desconocimiento, que se convierte con facilidad en desconfianza y rechazo. Los padres y madres se sienten impotentes, desorientados, ante la irrupción y los avances de las TRIC  (Tecnologías de la Relación, Información y Comunicación)

2

CONFLICTO

Lmirada desde el conflicto. Educadores, padres y madres, que identifican las situaciones que generan conflicto en el trato con los adolescentes, con adolescentes conflictivos. No señalan la culpa, ni el problema, sino asignan culpables.

3

ANGUSTIA

Lmirada angustiada, viendo peligros y víctimas por todos los rincones. Cualquier espacio o situación es motivo para preocuparse y sentirse amenazados. Una mirada que intenta proteger pero impide educar en el sentido de la responsabilidad y la autonomía. Una mirada que no acepta la incertidumbre como propia de la época que vivimos, y como singularidad de esta etapa evolutiva.

Como indicamos en la tesis, “La creación de un cortometraje: un proceso de mediación en la promoción de la salud del adolescente”, este conjunto de miradas suscita una triple tipología entre padres y madres.

1

La componen aquellos padres despreocupados por sus hijos, que por motivos varios, conforman la generación de la llave (casi siempre están solos en casa) o generación horizontal (sólo ven a sus hijos dormidos). Son padres que en los pocos momentos que conviven con ellos, no están con ganas de discutir, tampoco de dialogar. Por tanto, crecen con escasos límites y referencias en la familia, sin compañía, ni pautados, ni obligaciones.

2

Formada por los padres ocupados, preocupados y agobiados por sus hijos. Son todos aquellos que están con ellos, crecen con ellos, intervienen en su educación. Crían y educan. Pero viven con el agobio del día a día, sin saber qué hacer; sintiendo como una pesada losa la diferencia intergeneracional, la presión del grupo de amigos, la presión del ambiente, los titulares de los medios de comunicación, las incontables horas en las pantallas móviles.

3

Los padres ocupados y preocupados, pero no alarmados. Los que viven responsablemente el conflicto del crecimiento de sus hijos, y el suyo propio, con tensión e ilusión; los que buscan espacios de diálogo, los que se sienten interpelados por sus comportamientos, reacciones bruscas, ásperos y largos silencios. Los que escuchan y observan. Los que aguardan el momento idóneo para conversar con ellos, no desde las certezas y principios, sino desde el diálogo y la empatía.

IDENTIDAD A TRAVÉS DEL RIESGO 

Los adolescentes también definen su identidad a través del riesgo. La pubertad agita las sensaciones con más intensidad. Los neurocientíficos describen la liberación de testosterona y estrógenos, y sugieren integrar también las complejas interacciones neuronales que comprenden los mecanismos cerebrales de motivación y compensación, en las que participa la dopamina, sustancia química clave del cerebro que transmite y comunica las señales entre las células nerviosas.

Es decir, el cerebro de un adolescente circula como un potente coche de fórmula uno por la autopista, mientras que el resto lo hacen como un modesto utilitario. El cerebro adolescente está en cambio, cada uno de ellos es un horizonte infinito de esperanza.

La neurociencia nos dice que sus comportamientos extraños y desconcertantes, agradablemente sorprendentes, obedecen a un cerebro adolescente medio, normal.

“Puede que mi hijo no esté tan loco como creía, puede que sea

natural. Será cuestión de esperar”

CR

CONDUCTAS DE RIESGO

La atracción por las conductas de riesgo, son un estado natural y necesario para su desarrollo. Habíamos creído que la mayor influencia procedía del entorno, pero la biología y la genética forman parte del guión de su comportamiento, así como de su educación. Aunque no subestimamos su entorno, ni tampoco sus conexiones, por eso, hablamos de horizonte neurosocial.

No hay culpables. Que tomen conciencia de que sus altibajos, depresiones y ansiedades «residen» en sus conexiones cerebrales. Que sepan cómo funcionan y que su cerebro está en construcción les tranquiliza y les anima. También tranquiliza a sus padres y educadores.

El “estado crítico del cerebro”, en expansión y exuberancia es una oportunidad enorme para su educación, y un reto constante y apasionante para acompañarles en su incómodo crecimiento. Estimulación y comprensión son dos claves muy significativas. Padres e hijos se tranquilizan si saben que muchos de sus comportamientos obedecen a la expansión cerebral adolescente, conversarlo emociona y vincula. Recordemos que nadie, ni siquiera los que han sido dotados de la mayor “normalidad” se libran de un proceso muy complejo: el de crecer.

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