Acoso escolar. Matones ayer y hoy

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Matones siempre los hubo, ayer y hoy. ¿Quién no recuerda sus años de cole y el típico matón y sus esbirros que hacían la vida imposible al bajito, gordete o con gafas? ¿O al que tartamudeaba, que no le gustaba jugar al fútbol y prefería entretenerse con un libro? Hoy también hay matones, a veces, favorecidos y amparados en los escenarios virtuales. Pero el de hoy es un acoso escolar con el apoyo y la complicidad de las pantallas, acoso que se prolonga las 24 horas del día. Lo que algunos denominan ciberbullyng.

Uno de cada cinco adolescentes españoles, hasta un 18 por ciento, reconoce haber  acosado en redes sociales a otra persona al menos una vez, en la mayor parte de las ocasiones burlándose de su aspecto físico, según un estudio de Intel Security.

Hoy también hay

matones

Las navidades están cerca. Los padres y madres se sienten desorientados por los escenarios digitales, y lo que puede ocurrir con sus hijos. Unos días de vacación, son más horas para poder estar con ellos, observarlos, acompañarlos. El niño o niña que empieza a sufrir un acoso lo exterioriza, lo expresa, a pesar del miedo.

Generemos espacios y tiempo para ser cercanos.

Si la preocupación de las familias sobre lo que comen sus hijos es notable, ¿por qué no lo es tanto sus consumos e interacciones con las diferentes pantallas? Volvemos a la dieta digital, que implica responder a las horas que dedican a las pantallas, y a los contenidos (interacciones) que consumen.  Hablamos de una dieta que necesita orientación. Así como no permitimos que nuestros hijos pequeños se queden solos en le parque, y conforme crecen los vamos “soltando”, también nuestra presencia y diálogo son esenciales en el parque digital.

El niño o niña que empieza a sufrir acoso lo expresa

a pesar del miedo

Como hemos señalado en Matones ayer y hoy, en la virtualidad el acoso es anónimo, más rápido, más cómodo, más inmediato. Llama la atención la frialdad de algunos casos en los que se graba, se guarda, se envía, se recrea y se comenta. El anonimato concede al acosador impunidad y al acosado impotencia. De las entrevistas que hemos realizado a algunas familias, sabemos que el daño es mayor, por el amparo en este anonimato, por el desamparo legal, por la impotencia del agredido y sus familiares, por la fácil difusión.

En algunos casos, el ciberacoso empieza o se mantiene con una foto que se ha colgado de la víctima sin su consentimiento, aunque el procedimiento no es nuevo, conviene recordar como se puede capturar una imagen y colgar. En otros casos, por hacerse una foto indebida y subirla, se ha perdido para siempre el control de la privacidad e intimidad.

En la virtualidad, el acoso es

anónimo

En estos hechos intervienen muchos protagonistas, además del acosado y el-los acosador-es: el profesor-a, los familiares, el orientador del centro, los propios compañeros-as. Tiene una importancia vital la presencia de los testigos. Cuando se habla este tema con los alumnos de ESO y se les explica que un acoso termina cuando los testigos dejan de ser cómplices de la situación, se hace un espeso silencio.

Destaquemos la experiencia que han empezado algunos centros con los llamados “ciberayudantes”. El Instituto de Educación Secundaria Parque Goya de Zaragoza cuenta con un programa pionero en España. Este equipo de ciberayudantes se integra en el plan de convivencia del centro y nace del denominado ‘programa de alumnos ayudantes’, muy extendido en Aragón (España) y en el que los alumnos mayores hacen de mediadores y de enlaces para el resto de compañeros ante los conflictos que surgen en el aula.

Señalan algunos participantes: «Cuando nos dimos cuenta de que las dificultades ya no se daban en un recreo físico, sino en un recreo virtual, que es la red, creímos oportuno que estos alumnos ayudantes formaran parte de otro subgrupo que son los ciberayudantes. Se trata de ofrecer ayuda entre iguales en cualquier dificultad que se pueda producir en la red«, explica Antonio Martínez Ramos, director del IES Parque Goya.

¿Cómo funciona el proyecto?

Todo comenzó con unas encuestas online para saber el uso que hacían de las redes sociales los alumnos de 1ª de ESO.

Tras analizar los resultados, visionan cortos y reflexionan sobre textos alusivos. Es decir, se establecen pautas de formación.

Localizan el problema, compartiendo con sus compañeros lo que puede ser delito o peligro.

Se abordan todos los casos que afecten a los alumnos. Desde el whatssap hasta los diferentes perfiles en las redes sociales, en los que pueden haber contenidos de sexting, ciberbullyng o grooming. Se afronta esta problemática con los tutores, docentes, orientadores, alumnos y familias.

La elaboración de cortometrajes, o la aplicación de juegos con móviles, en coordinación con el programa Cine y Salud, facilitó la tarea de expresión y creación.

El escenario multipantallas como cómplice, no como enemigo:

7

claves

1

No tomar a los niños y adolescentes como víctimas pasivas de los riesgos en la Red.

2

No esperar a que un conflicto se convierta en una urgencia, trabajar la promoción de la salud y su prevención, desde los más pequeños y con previsión.

3

Planificar de modo sistemático y progresivo una sensibilización desde las edades más tempranas.

4

Vertebrar proyectos en los centros de ciudadanía digital, en los que participe toda la comunidad educativa. Las tutorías en los diferentes niveles y etapas, pueden ser el eje vertebrador.

5

Confeccionar o adaptar un protocolo de actuación antes los casos que surjan.

6

Articular una red de centros, que con las universidades, avancen en la investigación, y con los medios de comunicación establezcan programas de difusión, divulgación y sensibilización.

7

Desarrollar la transversalidad curricular, que en consonancia con las tutorías, se integren unos procesos y contenidos TRIC (Tecnología de la Relación, Información y Comunicación).

IV

directrices

I

No alimentar el alarmismo existente en el tratamiento informativo sobre el uso de las tecnologías de la relación, información y comunicación (TRIC)

II

Precisar desde un modelo pedagógico y comunicativo que atiende el contexto social de estas prácticas culturales, como se ha señalado en los últimos congresos de educación mediática realizados en España.

III

Establecer las diferencias entre uso y abuso, para considerar las posibles actuaciones, intervenciones y mediaciones de las diferentes interacciones entre menores y pantallas.

IV

Proponer una política de comunicación e intervención educativa y sociosanitaria justificada en los parámetros de promoción de la salud propuestos por la OMS, tal y como hemos desarrollado exhaustivamente en la tesis “La creación de un cortometraje. Un proceso de mediación en la promoción de la salud”.   

Ofrecemos dos referencias. Estos y otros aspectos muy vinculados con lo expuesto, están disponibles en Pantallas Amigas y Protégeles.

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